Te doy gracias, Señor, porque me has amado,
porque me has sostenido con tu fuerza.
Te doy gracias, Señor,
porque has derramado tu Espíritu Santo en mí,
para que no vacile.
Te doy gracias, ¡Padre Bueno!
porque me has robustecido
frente a los embates y maquinaciones
de los enemigos de mi vocación religiosa
y no has permitido que perdiese el ánimo
ni que desistiese de tu Alianza.
Ante ellos, has hecho de mí
una torre sólida, un muro elevado.
Has establecido en una roca mi edificio.
Y sobre fundamentos eternos mis simientes.
Todos mis muros han sido consolidados
con columnas fuertes, que nada podrá sacudir.
Tú ¡Dios mío!, los has puesto
como una hojarasca
ante el consejo de santidad.
Has hecho estable mi corazón en tu pacto
y mi lengua en tus enseñanzas.
No hay palabras en la boca
del espíritu destructor.
Mi corazón por Ti está tranquilo
con la fuerza de tu verdad.
Aseguras mis pasos en los difíciles senderos
a fin de que yo pueda caminar delante de Ti,
en tu presencia,
por los senderos de tu gloria.
Tú conoces el carácter de tu hija
En Ti me apoyo
busco refugio en tu fuerza
me apoyo en tu Verdad.
En la abundancia de tu ternura espero
y como niña en el seno materno
me abandono amorosamente a tus designios.
Quiero, en el Corazón de mi Madre Santísima
permanecer, bajo el influjo
de las tres Divinas Personas.
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