domingo, 21 de junio de 2009

¡CINCO AÑOS EN REPÚBLICA CENTRO AFRICANA!

Al cumplir ya cinco años de ese regalo de Dios a la Congregación al abrir las puertas a la Misión Ad Gentes y respirar un aire nuevo de evangelio y de pasión por el Reino, con corazón agradecido elevo a Dios mi acción de gracias y le suplico misericordia, sabiduría y gracia.

Por una parte, vemos claros los horizontes de esta misión en África y su rápido crecimiento en esos 5 años “el sol radiante de la misión” y por otra los nubarrones y la oscuridad que quieren opacar ese sol y hacer dificultoso el camino. Con razón nuestro himno “Guerra al mundo, demonio y carne, viva Jesús triunfe el amor”.

Nos impulsa el fortalecimiento de los cimientos de un proyecto formativo que robustecerá la formación religiosa de los nuevos miembros de la Congregación avizorando, el crecimiento vigoroso de ese árbol plantado en tierra de misión.

Me alegro en el Señor por el regalo de las vocaciones ya en su primera etapa de formación inicial y las nuevas vocaciones que con la fragancia del testimonio gozoso de Consagración de cada una de las hermanas crecerá y se hará fecundo ese jardín de Nazareth, pues, las jóvenes y en general el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros[1]; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías.

La mejor formación es la vida misma de cada hermana Dominica Hija de Nuestra Señora de Nazareth, la vida misma de la misionera, la de la comunidad local en espíritu de familia religiosa en Nazareth.

La misionera que, aún con todos los defectos y límites humanos, vive con sencillez el modelo de Cristo, es un signo de Dios y de las realidades trascendentales. Debe dar también testimonio de humildad, ante todo en sí misma, lo cual se traduce en la capacidad de un examen de conciencia, a nivel personal y comunitario, para corregir en los propios comportamientos lo que es antievangélico y desfigura el rostro de Cristo[2]

Sabemos bien que “Un Instituto religioso no es solamente una realidad espiritual, una comunión de almas, es también una comunidad, un cuerpo social, cuyos miembros se comprometen en una orientación apostólica común y en una forma de vida común”.

Por eso hay que evitar en toda forma cualquier tipo de individualismo que corroe y carcome el espíritu comunitario y genera cierto malestar y tensiones permanentes debilitando el espíritu religioso y haciendo que se viva muchas veces de forma fragmentada y dando lugar así al mal espíritu.

Queridas hermanas la Santísima Virgen María de Nazaret está con nosotras de manera especial y Ella, no hay duda, hermanas queridas, les concede su bendición especial con el don de la paz. Le pido siempre a Dios por medio de Ella, orando por cada una y por la misión a fin de que cada una sea portadora de paz en medio de la comunidad local a la que fueron llamadas para ser fermento de unidad en la misión.

Pero no puede haber paz mis queridas hermanas si su corazón no está con Dios y en Dios. Por eso oren, oren y oren porque la oración es el fundamento de su paz. Abran el corazón y denle el tiempo al Señor, que sea él su verdadero amigo, pues cuando se crea una verdadera amistad con Dios ninguna tempestad puede destruirla.

Gracias por responder a la llamada de Dios para esa misión, llamada a la valentía apostólica, basada en la confianza en el Espíritu ¡El protagonista de la misión! Gracias por la disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu y por acoger los dones de fortaleza y discernimiento.

Gracias por partir y ser las primeras en hacer realidad uno de los sueños más grandes de nuestra amada Fundadora “La misión ad Gentes” sintiendo el ardor de Cristo, el profundo amor a la Iglesia y movida por el celo de las almas, inspirada en la misma caridad de Cristo y hecha de atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad e interés por los problemas y el sufrimiento especialmente de los más débiles y desvalidos. Llegar a todos los confines de la tierra para incendiarla en el fuego del amor de Dios, el anuncio de Cristo Salvador. No tengan miedo en reafirmar la prioridad de la donación total a la misión. “No tengas miedo…porque Yo estoy contigo”.

En ningún momento desconfío de la misericordia de Dios y mi confianza está puesta en su palabra “Os infundiré mi espíritu y viviréis” (Ez 37, 12-14). “Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa” (Sal. 129). “El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes” (Rom. 8, 8-11).

Sepan que no están solas, damos gracias y rogamos permanentemente por las misiones y las vocaciones misioneras. Sueño en un tiempo no muy lejano en una obra educativa completa propia en Bangui y en Berberati. Ayuden a gestar estas obras en discernimiento y apertura de caminos según la voluntad de Dios. “Jesús de Nazaret, Verbo de Dios hecho hombre para la salvación de todos”. El que ama desea darse a sí mismo.

[1] Cf. PABLO VI, Exh. Ap. Evangelii Nuntiandi, 41: l.c. 31-32.
[2] Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica, Redemptoris Missio, sobre la permanente validez del mandato misionero,
Cap. V, 41-43.

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