1. El amor de la Iglesia por la verdad.
“Vosotros sois la luz del mundo... Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5, 13,16).
"La Iglesia del amor es también la Iglesia de la verdad, entendida ante todo como fidelidad al Evangelio confiado por el Señor Jesús a los suyos"
Sus sucesores son por tanto los custodios y los testigos autorizados del depósito de la verdad entregada a la Iglesia, y parte de su misión consiste en encender y expandir en el ánimo de los cristianos y de todos los hombres el impulso y la tensión hacia la misma verdad.
Santo Tomás de Aquino "Apóstol de la verdad"
Así, en el proceso Diocesano de la Sierva de Dios María Sara del Santísimo Sacramento se realizó una investigación seria y prolongada de búsqueda de la verdad allí donde pudiera manifestarse. Un proceso transparente revestido de amor y verdad.
Justa y ardua tarea que nunca puede darse por concluida pues será siempre útil en un mundo en que el ambiente de la sociedad (...) necesita una nueva forma de vivir y de propagar la verdad eterna del Evangelio: en la misma entraña de la sociedad, del mundo, los hijos de Dios han de brillar por sus virtudes como linternas en la oscuridad –«quasi lucernæ lucentes in caliginoso loco» (Escrivá de Balaguer, Surco 318).
Cristo Nuestro Señor nos ha enseñado la Verdad sobre Dios muriendo en la Cruz. Los santos han hecho creíble que Dios es amor, entregando la vida por amor a Dios y a los demás. La Iglesia no cesa de empeñarse en esta tarea de iluminar al mundo y sacarlo de las tinieblas de una vida sin verdad y sin sentido.
“Pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio” (1Jn 1,2)
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