sábado, 16 de agosto de 2008

PALABRA Y SILENCIO

"Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y esta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma" (Juan de la Cruz, avisos, 99).

Hoy más que en otras épocas tenemos gran dificultad con la palabra y el silencio. No sabemos cómo dar razón de nuestra esperanza. Unas veces caemos en un silencio culpable que parece negación. En otras, preferimos callar con la boca y dejar hablar a un testimonio que quizá tampoco es significativo en un mundo cargado de palabras e imágenes.

Es verdad, no vale la palabra si no va acompañada de lo que se dice, pero tampoco sirve el testimonio seco. "Ay de mí si no evangelizare" decía San Pablo. Por eso es necesario que sepamos hacer esa convivencia entre el silencio y la palabra. La palabra consecuencia del silencio; y el silencio consecuencia de la palabra. Y envolviendo al silencio y a la palabra, la actitud amable de la Dominica de Nazareth, el testimonio.

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