Las hermanas deben tener como Jesucristo, la convicción de servir más bien que de ser servidas; de edificar siempre y en todas partes por su profunda humildad, modestia y ardiente caridad para con el prójimo. Deben crecer en la formación espiritual que las conduzca por los caminos de la comprensión, la ternura, la disponibilidad para el sacrificio y la sólida virtud. Cimentar el espiritú de oración y contemplación para que el apostolado sea eficaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario