miércoles, 15 de abril de 2009

EL ARBOL

A un árbol amo…un árbol, de precioso,
de extendido de verde y rumoroso
follaje bienhechor;
Un árbol que del cielo los favores
tienen cubierto de tempranas flores
de espléndido color.

Una débil semilla en fértil tierra,
con el infierno en franca y cruda guerra
humilde se escondió.
Una débil semilla en suelo oscuro
movida por impulso santo y puro
humilde se escondió.
Y de ella cual dijeran en el texto santo,
nació una planta que en dolor y llanto
con timidez creció.

¿Cómo creció la planta delicada,
si su existencia estaba amenazada
por el poder del mal?
Creció porque en la lucha cruel e impía
de la amorosa Virgen la cubría
el manto maternal

Cuando la planta aún recién nacida
apenas se asoma estremecida
al aire terrenal,
un pastor venerable y bondadoso
con profética voz el misterioso
futuro supo hallar.
Dijo que la semilla diminuta
del porvenir en la escondida ruta un árbol iba a ser.
Un árbol grande acogedor y hermoso
a do las aves con radiante gozo,
su nido irían a hacer.
La palabra profética cumplíose
hoy conmovidas en fraterno goce
vemos al árbol dar abrigo
a ciento de aves clamorosas
y extendiendo sus ramas amorosas
su copa al cielo alzar

A un árbol amo, en él me he refugiado
y en él mi corazón alborozado,
su nido edificó;
Un nido tan dichoso y tan amable
que del mundo el placer más deseable
por él renuncio yo.
Bendita la semilla que en la tierra
desafiando del mal la cruda guerra
se quiso sepultar
y soportó del tiempo los rigores
y sufrió valiente los dolores
por vida al árbol dar.

¡Bendito el árbol! bienhechor y hermoso
a do las aves con sentido gozo
pueden nidificar
lejos del aire corruptor del mundo
sin que enemiga mano su profundo
placer pueda turbar.

Avecitas canoras y dichosas
que en sus extensas ramas amorosas
hallasteis dulce hogar.
Alabad al Señor con suaves cantos
y alzad guardadas de la Reina
bajo el manto dulcísimo cantar.

Hna. María Magdalena Pulido

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